Soñé con un beso en el cuello,
y me desperté aún con la inmovilización que provoca.
-Tus colmillos hacen más daño- decías. Pero aún tengo las
marcas de tus dientes, como vetas en madera, en árboles de troncos de un oscuro
casi húmedo.
He visto pájaros ahorcarse en sus ramas. De noche. Allá donde
mirabas.
Perdí los ojos, las ganas de usarlos. Insistías.
-Ven, aún tengo que
enseñarte tanto.
- Si voy, vas a tener
que enseñármelo a las manos.