viernes, 30 de diciembre de 2011

Me gusta reservar dolores en cielos ajenos.


Acuérdate de las veces que has dicho sí y has hecho no.
O de las manos que han cambiado de ubicación cuándo tú entrabas.
Son escaleras de traición. Las mismas que suben hasta el cuello y desafinan la voz.

A patadas logramos escapar, y a patadas no se consigue nada bueno.
El universo se esfumó entre los mortales,
Y sólo quedaron huellas de un demonio entre el hielo.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Desdibujada.


Soy de esas voces en una vibración incomoda, la parte del cristal que más corta, y la luz que nunca llega.
Me gusta buscar imposibles en el metro, tararear versos de nadie, y colarme por los ojos.
Soy de las que buscan y no encuentran, y encuentran cuando no buscan.
Reconozco una voz rota en una mirada, y una risa en medio labio.
Pero no me reconozco a mí cuando me pienso. Será como el reflejo de soslayo, la aparición de reojo que cuando miras ya no está.
Y es mejor así, ser evidente no es una ventaja.
De los colores perdí algunos, los buscaré, sé que están. En algún rincón indeciso por llegar.
Y mientras tanto, no todo es soñar.

domingo, 18 de diciembre de 2011

De prestado.

Mirarse en un espejo y no verse la cara, oír tu voz en la boca de un extraño, mirar las cosas desde otro color.
Pasas de tener frío a tener calor, y a sentirte incómoda en cualquier situación, porque no sabes como la vivirías tú en tu lugar.

Vidas prestadas. Creo que son eso. Una barata, casi de caridad, con remiendos y de una talla que nos queda demasiado grande o demasiado estrecha.
Es temporal, debe de serlo. Solo está ahí hasta que consigues definirte de nuevo. Hasta que sabes que eres tú y porque eres tú. Hasta que entiendes que es lo que queda de ti en ti mismo, y que es lo nuevo que va a precisarte.

O quizás no es nada de eso. Quizás es más bien desenmascararte, quitarte el maquillaje, andar descalza para volver a sentir el suelo bajo tus pies. Y solo así poder seguir caminando.