No matarás mañana lo que ya ha muerto hoy, en tus silencios.
Ni buscarás entre las construcciones de ayer lo que hoy quieres escombrar.
Acostúmbrate a desaparecer más despacio, a dejar una leve
huella para que te puedan encontrar, los que te quieren
decir: vuelve, y los que desean que no hayas llegado a estar.
Si te sienten sentir, aún tienes nombre.
Si los haces sentir, aún tienes cara.
Si sentís juntos, llegas al cuerpo.
Pero no lo olvides, no matarás mañana lo que ya ha muerto
hoy, en tus silencios. Ni revivirá por sí solo. Ni tus palabras, tal vez, si ya
fugó el alma.