Somos, y
recalcamos esta palabra, porque precisamos de identidad, de identidad
etiquetada y encasillada para sentirnos reales, para poder “escapar
de ella”, para romper ese esquema sin el cual nos sentiríamos
perdidos porque no sabríamos contra qué rebelarnos.
El resto de personas
también son, y son más que nosotros, porque su estado
suele ser permanente, es decir, mientras que nosotros hemos sido
concebidos de una manera de la cual queremos librarnos, trastocar, y
transformar en otra cosa, (esto es, crearnos a nosotros mismos), los
demás han de permanecer en su estado “natural”, para no
entorpecer nuestro proceso de
mutación y rebelión.
Si
queremos sobresalir, ser distintos, los demás deben
seguir siendo iguales.
Es el egoísmo inconsciente del que
piensa “esto no tiene que ser así”, pero no sabe cambiar nada en
sí que ayude a transformar con eco.