domingo, 14 de febrero de 2010

ardiendo.


Para, detente.
No pienses en respirar, no escuches, sólo
siente.

Como gotas de rocío
deslizándose ardientemente por un canto,
así busco yo deslizar la piel al tacto.

Y humedecer los labios
y el cuerpo,
al ritmo de un corazón desbocado.

Acabarán sintiendo celos los relojes,
por prescindir de ellos estirando
el mismo segundo de placer más alto
a lo largo de sus minutos pesados.