Cayendo aún agua, de mi pelo al suelo,
el vapor equivocó objetivo, y empañó mi mente y tu cuerpo,
olvidando costumbres, de cristales y azulejos.
El goteo, de un lavabo mal cerrado,
prueba de falta de
atención a todo lo que no fuera lucha de
sed.
Más tarde,
el grifo y mi cabello secos,
la sed calmada,
y aún más ganas de beber.