viernes, 26 de septiembre de 2014

Esta mentira no va a ser nuestra mañana. No seremos nosotros los que la sostengamos, los que la defendamos. No sabemos hasta qué punto vamos a representar el papel de culpables o inocentes, porque lo mismo dejan la historia por rumor, o hacen de ella religión.

Vamos a jugar a que es verdad, vamos a dar que hablar. Es fácil, tenemos el fuego dentro, y hemos bailado con él a nuestro antojo tanto que, ¿quién va a negar que nos quemamos, al menos una vez?

No habrá herida mañana, ni dedos marcados en la piel, pero eso nadie lo mira, sólo se fijan en la luz, y llama, bien sabes que prendemos.

Vamos a cegarles con ella, a desatar mil fatuos, a dejarlos correr y divulgar a su antojo, mira como salen cien de un simple gesto. Imagínate si doy un paso más, no nos van a dejar ni andar.

Ahora poco a poco, vamos a ir descendiendo el rubor,  tú soplas una vela, y yo me alejo un paso a estribor. Soplas una más, y parece que me escondo. A la siguiente, ya no recordamos haber generado calor.

Por la mañana, como quien amanece en un bosque arrasado, buscarán cualquier huella o signo, e incluso cenizas que puedan reanimar para confirmar su indicio. 

No importa si el incendio es ficticio. Reportar vicio es vicio. 



martes, 9 de septiembre de 2014

De aire e intención robadas.

Queda el espacio suficiente para escuchar los timbres despegados de sus voces, de sus instrumentos desvencijados y anónimos.

Esta manera de vivir es la que resulta de no haber muerto antes, y dudar de si se morirá después.

Hay multitud suficiente para ser sincero, para mirarse y dejar entrever el gesto. Las manos invisibles que tiran de tus costillas hacia atrás, la sonrisa de ambiente, la sirena justo cuando ibas a declararlo todo, los gritos… pero si hasta las heridas hacen ruido, cómo no vas a encontrar tú la manera de decirlo, de decirlo con los ojos, aun mientras te van llevando, aun cuando sientes que te están raptando, que la gente ríe y pisa tus quejas y auxilios.


Si lo vences, si miras sincero, te darás cuenta de que sigues firme, allí mismo, sin manos que te arrastren, sin pies sobre tu empeño.