viernes, 27 de febrero de 2015

Inmaculado, o no.

¿En tu idea o en la mía? ¿En qué espacio, en blanco, iluminado por la ausencia del concepto de oscuridad, concurrimos?

Tengo la imagen de una gota de sangre acabando con todo lo anterior. Una que se extiende, pero sin márgenes, por lo que no cae, ni se desliza, sólo tiñe, como si nos abriera un universo nuevo, a través de un color distinguido, que no es color, que es símbolo.

Busco, porque aquí podría haber cualquier cosa, pero de tanto, de todo, no se puede sacar nada. Se necesita un límite, una acotación, una ruptura.

Quizá sea esa gota de la que huía, quizá puedo empezar por ella, por su propia aparición. ¿De dónde vino, si aquí está todo, y todo era nada?  ¿La forcé yo a salir? ¿Soy materia en este medio?

Creía que aquí sólo éramos mentes, auras. De hecho no podría estar aquí en cuerpo, no sin suelo donde apoyar los pies, no sin quebrar yo también el blanco. Entonces no es mía. No es mía ahora.

¿Lo fue? ¿Fue de alguien en cualquier caso? ¿Por qué vuelve a mí, en esta falta de umbral y término, en este estado perpetuo? ¿Es acaso, de mi conciencia, asedio?  

martes, 3 de febrero de 2015

Gente que bebe sola en la calle, en un polígono industrial, al frío de la mañana.

-  Sígueme, os presento, ¿querías saber acerca de esto, no?  -

La parada de autobús como excusa para la conversación trivial de tres minutos, la única en el día.
Gente que arrastra una maleta eterna, cuyo peso es lo único visible, cuando miramos los hombros (o a los ojos).
Los cruces, las caravanas en mitad de un desierto urbano, es decir, de una naturaleza cruda.

Y todo esto en apenas diez minutos.
Y aún querrás saber más. Te preguntarás más.

La gente de guardia, en horas intempestivas, que ve el amanecer como el momento de ir a casa, y llorar la falta de hogar.

¿Lo contrario?
Lo contrario era un banco húmedo por el frío, en mitad de la calle, el viento cortándome las manos. Era ella sentada mirando todo. Era mirarla a ella, hacerlo, y sentir  verano.