¿En tu idea o en la mía? ¿En qué
espacio, en blanco, iluminado por la ausencia del concepto de oscuridad,
concurrimos?
Tengo la imagen de una gota de
sangre acabando con todo lo anterior. Una que se extiende, pero sin márgenes,
por lo que no cae, ni se desliza, sólo tiñe, como si nos abriera un universo
nuevo, a través de un color distinguido, que no es color, que es símbolo.
Busco, porque aquí podría haber
cualquier cosa, pero de tanto, de todo, no se puede sacar nada. Se necesita un
límite, una acotación, una ruptura.
Quizá sea esa gota de la que
huía, quizá puedo empezar por ella, por su propia aparición. ¿De dónde vino, si
aquí está todo, y todo era nada? ¿La
forcé yo a salir? ¿Soy materia en este medio?
Creía que aquí sólo éramos
mentes, auras. De hecho no podría estar aquí en cuerpo, no sin suelo donde
apoyar los pies, no sin quebrar yo también el blanco. Entonces no es mía. No es
mía ahora.
¿Lo fue? ¿Fue de alguien en
cualquier caso? ¿Por qué vuelve a mí, en esta falta de umbral y término, en este
estado perpetuo? ¿Es acaso, de mi conciencia, asedio?