Somos movimiento. En cada fracción de vida y hasta la
muerte, y quién sabe si después de ella, en otro plano.
Somos el temblor de nuestras manos, la inclinación del
cuello, y cualquier gesto de soslayo. El seguir intentando, el plante, el cruce
de brazos. La indignación en el puño, el baile, la interrupción del paso, la
leve causa del arañazo.
Incluso aun si me
quedo quieta, si como decimos, semejo piedra, si no se encuentra reacción, ni espíritu,
sangre habrá, riendo por las venas.
La decisión de pestañear o no hacerlo, encontrar equilibrio
en el suelo.
Pensar, pensar, pensar nada claro.
Sentir,
movimiento ilimitado.