miércoles, 29 de agosto de 2012


Me gusta cuando vienes y te vas, y cuando te quedas…por poco tiempo, como un animal salvaje, como una moneda, pero sin el valor de hoy, con el valor de otra época…de otros mundos, de otras guerras.  

sábado, 25 de agosto de 2012

Del tipo B.


¿No os sentís terriblemente solos?
No hablo de esa soledad en la que uno se hace a sí mismo, cuando nos presentamos por nuestro nombre ante el espejo, cuando la música se hace vapor y se nos cuela por los ojos, haciéndonos ser felices, de esa felicidad sin nombre y sin más rasgo que una boca entre abierta con un abismo al que llamamos sonrisa, el cuál saltamos sin importarnos las consecuencias, porque somos nosotros, siendo nosotros.
No.
Hablo de esa soledad que no es oscura, que es de un gris pálido que a veces ciega, que nos hace ver desiertos, pero con caras y más caras, conocidas y sin conocer, caras y caras allá donde mute nuestro pensamiento. Pero solo eso, caras, sin ser que las habite, sin ser con quien compartir nada. Esa soledad, ese sentimiento de que nadie en este mundo ve desde el mismo punto que tú ves, ni siente desde el mismo sentimiento que tú sientes, ni llegará a entender las pocas claves que crees haber desvelado de este misterio que habitamos.  Y te cae sal húmeda al bajar los párpados mientras miras por la ventanilla de algún interurbano, preguntándote, ¿habrá alguien ahí fuera?

sábado, 4 de agosto de 2012


Desarraigadas las señales,
y aturdidos los recuerdos,
y enclaustrados nuestros versos, aquellos versos, aquellos… que recitábamos a oscuras, de memoria,
fingiendo no sentir, o sentirlos demasiado.
Cuando dos esferas chocan, cuando dos absolutos se unen…


Allí, allí estuvimos, y fue, como dejar que el aire, que el mismo aire que inhalabas, fuera teñido de mal, y blanqueara jirones de dolor.
Ojalá, ojalá dijeras algo así como: “nunca más”.
Tendría más sentido.