Queda el espacio suficiente para
escuchar los timbres despegados de sus voces, de sus instrumentos desvencijados
y anónimos.
Esta manera de vivir es la que
resulta de no haber muerto antes, y dudar de si se morirá después.
Hay multitud suficiente para ser
sincero, para mirarse y dejar entrever el gesto. Las manos invisibles que tiran
de tus costillas hacia atrás, la sonrisa de ambiente, la sirena justo cuando
ibas a declararlo todo, los gritos… pero si hasta las heridas hacen ruido, cómo
no vas a encontrar tú la manera de decirlo, de decirlo con los ojos, aun mientras
te van llevando, aun cuando sientes que te están raptando, que la gente ríe y
pisa tus quejas y auxilios.
Si lo vences, si miras sincero, te
darás cuenta de que sigues firme, allí mismo, sin manos que te arrastren, sin
pies sobre tu empeño.
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