martes, 9 de septiembre de 2014

De aire e intención robadas.

Queda el espacio suficiente para escuchar los timbres despegados de sus voces, de sus instrumentos desvencijados y anónimos.

Esta manera de vivir es la que resulta de no haber muerto antes, y dudar de si se morirá después.

Hay multitud suficiente para ser sincero, para mirarse y dejar entrever el gesto. Las manos invisibles que tiran de tus costillas hacia atrás, la sonrisa de ambiente, la sirena justo cuando ibas a declararlo todo, los gritos… pero si hasta las heridas hacen ruido, cómo no vas a encontrar tú la manera de decirlo, de decirlo con los ojos, aun mientras te van llevando, aun cuando sientes que te están raptando, que la gente ríe y pisa tus quejas y auxilios.


Si lo vences, si miras sincero, te darás cuenta de que sigues firme, allí mismo, sin manos que te arrastren, sin pies sobre tu empeño.




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