martes, 3 de febrero de 2015

Gente que bebe sola en la calle, en un polígono industrial, al frío de la mañana.

-  Sígueme, os presento, ¿querías saber acerca de esto, no?  -

La parada de autobús como excusa para la conversación trivial de tres minutos, la única en el día.
Gente que arrastra una maleta eterna, cuyo peso es lo único visible, cuando miramos los hombros (o a los ojos).
Los cruces, las caravanas en mitad de un desierto urbano, es decir, de una naturaleza cruda.

Y todo esto en apenas diez minutos.
Y aún querrás saber más. Te preguntarás más.

La gente de guardia, en horas intempestivas, que ve el amanecer como el momento de ir a casa, y llorar la falta de hogar.

¿Lo contrario?
Lo contrario era un banco húmedo por el frío, en mitad de la calle, el viento cortándome las manos. Era ella sentada mirando todo. Era mirarla a ella, hacerlo, y sentir  verano.

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