- Sígueme, os
presento, ¿querías saber acerca de esto, no?
-
La parada de autobús como excusa para la conversación
trivial de tres minutos, la única en el día.
Gente que arrastra una maleta eterna, cuyo peso es lo único
visible, cuando miramos los hombros (o a los ojos).
Los cruces, las caravanas en mitad de un desierto urbano, es
decir, de una naturaleza cruda.
Y todo esto en apenas diez minutos.
Y aún querrás saber más. Te preguntarás más.
La gente de guardia, en horas intempestivas, que ve el
amanecer como el momento de ir a casa, y llorar la falta de hogar.
¿Lo contrario?
Lo contrario era un banco húmedo por el frío, en mitad de la
calle, el viento cortándome las manos. Era ella sentada mirando todo. Era
mirarla a ella, hacerlo, y sentir
verano.
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