No me acuses de cobarde por no
ser totalmente claro. Cuántos se atreven a mostrarse frágiles, a dejar ver que
la vida les duele, a veces. A dejarlo, además, por escrito, para que cualquiera
pueda llegar mañana y decir “mira, así eras, así sentías”.
No siempre es fragilidad, por
supuesto, de la fortaleza también hay quien se incomoda, de lo que viene por
otro, por el amor, la admiración a otros.
- ¿Qué has querido decir?
Que ella ya mató una vez. Que la
contemplé con horror, que me estremecí.
Y de quererla, aún, vuelve. Por invocación, por terror no
superado.
Si ya tenía aquella imagen de ella, sintiéndose poderosa,
frente a mi herida abierta, las siguientes estampas no iban a ser más
indulgentes.
La máscara siempre vuelve porque nunca se va, porque se nos
queda, para recordarnos por qué caímos, para hacernos dudar.
Las cartas nunca están todas sobre la mesa, porque ya hemos empezado haciendo apuestas.
Las cartas nunca están todas sobre la mesa, porque ya hemos empezado haciendo apuestas.
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