miércoles, 24 de junio de 2015

De sal, las cenizas.

Me imaginé dedos, saliendo de la arena, rogando temor.
A la noche nadie encontraba los cuerpos, ni las olas. Habían desaparecido, convirtiendo esta playa en una especie de purgatorio sin almas, pues lo que se juzgaba no era al hombre, no al menos como creador,  sino al hombre como creación, quizá precipitada, quizás injusta,  desde luego cruel con la naturaleza.


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