Desanclados los relojes, del hemisferio de la espera, que
olvidamos a medias cuando recuperamos la vista, nuestra vista.
No suena,
Ni sonó,
Ni llegaría más tarde.
De los momentos del
día me quedo tres o cuatro, algunos sin nombrar, (lo que asusta con las
prisas)
Pero prisa hay, como la hubo, aunque no hay tal por
devorarla, mientras devoremos. Y si aún así hay dudas, no son más que
requisitos, de un quizá, de un por ahora, de una vez más.
(Al menos)
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