viernes, 13 de enero de 2012


Paseo de memoria por esta parte del parque, conociéndolo mejor que conozco el estrecho pasillo entre mi cama y mi ventana. Da igual que haga frío, le sigo siendo fiel. No me canso de recorrerlo a solas cada mañana.
Algunos podrían asustarse ahora entre sus árboles, cometiendo el error de creerlos fantasmales, cuando no son más que seres que se desnudan ante mí, con escuálidos cuerpos pidiendo caricias.
Los he visto en cada estación, pero de su primavera no me acuerdo. Su otoño los vuelve inmensos, y ahora en invierno son míos. Siento esta pertenencia por la manera en que callan y miran, sin querer molestar. Sólo algún pájaro se atreve a volar de rama en rama.
Estoy segura que entre sus raíces habita alguna especie en extinción.
Y aquí en Madrid, con la carretera ahí, siquiera a unos metros…no he encontrado mayor sosiego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario